jueves, 8 de julio de 2010

Cecilio Acosta, humanista venezolano


Nace en el estado Miranda, Venezuela el primero de febrero de 1818. Sus orígenes pobres  influenciaron su obra y pensamiento. La pronta muerte de su padre lo hicieron el centro y esperanza de su hogar. Acosta se destacó como humanista, periodista y escritor. Formó parte de una generación de intelectuales en la época de la independencia de la República.
En 1831 ingresó al seminario, influenciado por su mentor el Pbro. Mariano Fernández Fortique. En el seminario obtuvo, gran parte de su conocimiento sobre pensadores y poetas de la iglesia como Santa Teresa de Jesús, Fray Luis de León, Santo Tomás. También aprendió la lengua latina. 

Tras una crisis vocacional, en 1840, abandona el sacerdocio para ingresar en la Academia de Matemáticas y se diploma de Agrimensor. Empieza sus estudios de derecho, en la Universidad Central de Venezuela (UCV), en medio de la lucha contra la pobreza y su delicada salud.  Pese a sus estudios no mejoró su condición económica.
Siendo estudiante Cecilio Acosta publica sus  opiniones políticas en varios periódicos de la capital.  Convierte a las páginas de los periódicos, sus frecuentes soportes de publicación, expresa su gran aprecio por ellos y los llamó "el libro del pueblo". Desde esas tribunas, reforzó  el humanismo y el liberalismo que lo caracterizó. 

Nombrado Secretario de la Facultad de Humanidades de la UCV, dictó las cátedras de Economía Política y Legislación Universal Civil y Criminal. Fue designado Miembro de la Comisión Codificadora por el General Antonio Guzmán Blanco, caudillo liberal que gobernó al país.

En 1856 Acosta publicó el ensayo “Cosas sabidas y cosas por saberse” sobre la educación, considerado uno de sus textos más importantes. Aquí dos  fragmentos del ensayo que muestran, una parte del ideario educativo de Acosta. 

"Descentralicemos la enseñanza, para que sea para todos; démosle otro rumbo, para que no conduzca a la miseria; quitémosle el orín y el formulario, para convertirla en flamante y popular; procuremos que sea racional, para que se entienda, y que sea útil para que se solicite. Los medios de ilustración no deben amontonarse como las nubes, para que estén en altas esferas, sino que deben bajar como la lluvia a humedecer todos los campos..."

"...Nada vale seguir lo que fue, sino ejecutar lo que conviene. Si es menester penas a los padres para que obliguen a los hijos a aprender, que haya penas; si el inglés y el francés son los idiomas de las artes e industrias, hagámoslos, en lo posibles, generales; si hubiere gastos, ningún gasto más santo que el que se reembolsa con usura. Los conocimientos, como la luz, esclarecen lo que abrazan; como ella, cuando no ilumina a distancia, es porque tienen estorbos por delante".
Más tarde en 1870, la universidad se vio impregnada del positivismo y el determinismo. Fue en este contexto, que Cecilio Acosta se convierte en un puente entre el humanismo, la estética de Andrés Bello y las nuevas tendencias. Fue orientador para los alumnos, así se ganó el respeto y el afecto de las nuevas generaciones, siendo de gran influencia para los nuevos intelectuales y científicos de la época.

Pese a los trabajos ejercidos mantuvo su criterio y pensamiento alejado del burocratismo. La enemistad que más tarde tuvo con el Gral. Guzmán Blanco lo aisló y mantuvo en la pobreza.
Acosta muere en la absoluta pobreza un 8 de julio de 1881. Su amigo José Martí quien vivía en Caracas por lo días en que murió Acosta, le celebró un homenaje que inició con estas palabras:

"Ya está hueca, y sin lumbre, aquella cabeza altiva, que fue cuna de tanta idea grandiosa; y mudos aquellos labios que hablaron lengua tan varonil y tan gallarda; y yerta, junto a la pared del ataúd, aquella mano que fue siempre sostén de pluma honrada, sierva de amor y al mal rebelde. Ha muerto un justo: Cecilio Acosta ha muerto. Llorarlo fuera poco. Estudiar sus virtudes e imitarlas es el único homenaje grato a las grandes naturalezas y digno de ellas. Trabajó en hacer hombres: se le dará gozo con serlo".

Cecilio Acosta fue educador progresista y mentor del pueblo. Aunque no fue un gran poeta, escribió algunos versos donde se movió entre el neo clasismo y el romanticismo. 

Sus restos reposan, desde el 5 de julio de 1937, en el Panteón Nacional. En 1981, sus textos fueron recopilados por la Fundación La Casa de Andrés Bello y publicaron sus Obras Completas.


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