Por Mario López
Recién, Carlos Alberto Bahamón, acaba de ganar el
derecho a que su idea pictórica de Times Square, la esquina más cara del mundo,
sea el poster de la Artexpo New York 2014.
Había sido incluido en los 10 finalistas y un
jurado popular vía digital le dio su veredicto.
Artexpo New York exhibe sus colores el 4 de abril y la Quinta Avenida de
Bahamón convertida en afiche simbolizará la carpa artística de la feria en la
versión 2014.
Allí también habrá un rinconcito en donde Bahamón colgará
otras obras que sintetizan la impresión que el pintor tiene del mundo urbano.
Hace 46 años que Bahamón vio por primera la luz
perezosa con olor a café que cae de las montañas andinas y que cubren a Ibagué,
en el Tolima, Colombia.
Sus amigos lo recuerdan como un muchacho de ojos
vivaces que pregunta de todo sin esperar respuesta y que se movía en contravía
del ritmo de la vida. En su adolescencia parecía distraído y disperso como
buscando con afán un trofeo preconcebido. La calma le llegaba cuando frente a
él le lanzaban el papel y el lápiz de color.
Terminó su bachillerato en el Colegio marista San
Luis Gonzaga. Y de Ibagué pasó al frio bogotano donde se aburre en la facultad
de Ingeniería Electrónica de la Universidad Distrital. Resistió 6 semestres.
Apropiado de su fracaso académico y distante de la
parroquia ibaguereña tomó por las riendas sus desatinos y optó por trasegar por
el único atajo que lo mantenía respirando. El dibujo y la pintura.
Se enclaustró en la biblioteca Luis Ángel Arango y
se le iban días enteros entre los libros de arte viendo cómo se derretían los relojes de
Salvador Dalí. Persiguiendo la locura y transparencias del surrealista español,
cayó en manos de Rembrandt, Velásquez, Piazzetta, Veronés, Tiziano y por ese
desfiladero de todos los pintores barrocos.
Esa experiencia de entrar en los vericuetos de los
clásicos de la pintura le confirma que
su adicción temprana a las formas, el color, el manejo de los espacios y
el reto de descifrar la hoja en blanco iba a ser el sentido de su vida.
Pero el mundo de la creatividad artística es
anchuroso y complejo. Entonces son Jan Veermer y Pieter de Hooch, pintores
holandeses del siglo de oro (siglo XVII) y luego Pieter de Brueghel, recordado
por sus grabados flamencos, quienes se encargan de ofrecerle la posada en donde
Bahamón sienta sus reales y abre su tienda.
A partir de allí entra en un socavón creativo del
cual ya no saldrá nunca: el tratamiento de la luz y la administración del
espacio, pero aplicados al ambiente cotidiano y a la vida silvestre; lo que
algunos llaman costumbrismo o visión primitivista y que en el fondo es poner en
relieve la riqueza artística de lo elemental y popular.
A los 26 años (1994) se radica en Medellín. Lleva
su timidez delante de alumnos jóvenes y viejos a una academia que lo contrata
como profesor de Arte. Buena parte del tiempo se le va en preparar su primera
exposición (1997), que no podría escapar a la aroma de la cultura cafetera.
Esos cuadros exhibidos en la galería Arte Autopista quedan impregnados de la
siembra del grano, la casa del beneficio con sus balcones enmaderados, los
pueblos del vecindario, el mercado, el billar como punto de encuentro y toda la
arquitectura social que brota de la cultura antioqueña.
Su bautizo de pintor en el barrio Latino de Paris
es en septiembre de 1998. La galería Got, cerca de la zona universitaria, le
acomoda 4 cuadros en una vitrina. El éxito no se hace esperar. Bahamón es un creador paciente, prolífico y fiel.
Lleva con Got (www.artchic.com) 15 años y
con ella su costumbrismo ha sorprendido a visitantes en París, Saint Paul de
Vence y la famosa localidad de Barbizón, recordada por la escuela del mismo
nombre.
La primera etapa le toma todo un año y luego
acumula 3 temporadas más en donde se le ha vuelto habitual recorrer la ruta de
los museos como por inercia.
Vuelve a exponer en Medellín en
2004 en la galería Julieta Álvarez. Y es en ese periodo cuando su visita a la
natal Ibagué se hace cada vez más espaciada.
Unos años después hace vida
artística en Estados Unidos con Canapo Art Gallery (www.canapo.net) ubicada en Carmel by the Sea,
California. Por esa puerta hace entrada a la vitrina del norte su obra. Para no
desprenderse de su país, mantiene un fusible activo en la galería Montealegre (www.montealegregaleriadearte.com.co)
en Bogotá.
Bahamón poseído de su modestia
genética asegura que aunque ya tiene perfilado su rumbo todavía debe recorrer
un trecho para consolidar su estilo.
Por el contrario, lo que uno observa al ponerse al
frente de un Bahamón es que el todo y sus partes tienen su sello particular.
Maestro del detalle y la pureza. No escatima tiempo
ni esfuerzo en pulir hasta el menor detalle. Los pintores tan dados a ofrecer
un centro de atención impecable se relajan al configurar los anexos, para
Bahamón el piso, como el techo o el recodo de la estancia son primordiales y
los convierte en los privilegiados de su composición. Claro que importa el
objeto pictórico pero para Bahamón es igual de significativa la trastienda
distante.
Bahamón parte de la realidad, pero la interviene
con el manejo controlado de pigmento y de luz en donde construye una atmósfera nostálgica
y romántica. El clima y la estructura en los Bahamón son cálidos, rotundos y
exactos.
Disfrutar la obra del pintor es deambular por entre
plazas, galerías, callecitas adoquinadas y caminos con huellas equinas. Nos ofrece
sus iglesias, pero sus cuadros nos obligan a entrar a la ceremonia religiosa;
no solo pinta el ruido del mercado popular sino que termina vendiendo sus
viandas. Igual de riguroso es el tratamiento en el paisaje antioqueño, el café parisino o la capilla Sixtina. En todos
ellos está la perfección y la homogeneidad policroma tan exquisita y bien
lograda que no queda lugar para la duda.
Pintor de multitudes y de paisajes abigarrados. Sus
obras son un monumento a la laboriosidad y al trabajo extenuante. No especula
con sus temas ni los deja sugeridos, su entrega es íntegra. La limpieza,
transparencia y precisión son sus herramientas.
Sus trabajos son generosos y de ingredientes
selváticos, contrarios a su personalidad taciturna, discreta y en apariencia introvertida.
En la cotidianidad es un autor de palabras mínimas, contrario a los discursos kilométricos
que plasma con sus pinceles.
Así es Bahamón, el incógnito y brillante talento
aldeano que sin acudir a una sola clase de instrucción técnica o académica de
las bellas artes ha sido un converso del destino autodidacta, que inventó su
propio oxígeno y que sin hacer ruido conquista a Bogotá, Medellín, luego París
y ahora tiene su firma en el afiche que le da personalidad a la Artexpo New
York 2014.
Bogotá, febrero 2014
Mis respetos...
ResponderEliminarMuy bien por Carlos Alberto Bahamon, este Tolimense sin duda sigue ascendiendo en su gran carrera artistica. Felicitaciones.
ResponderEliminar! BRAVO CARLOS !
ResponderEliminarEl pincel y su manos mágicas! Éxitos Carlitos.
ResponderEliminarNada de felicitaciones. Es irrespetuoso. Sería como hacerlo con Dali o Dechirico. (Idiota, no? ) Baste afirmar que es un genio!!
ResponderEliminarPensar que tuve ese cuadro frente a mis ojos en la galeria Canapo de carmel y no tenia en ese momento para comprarlo, pero me enamore de el al instante .
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